22 de marzo de 2013

La aparición de la inteligencia (1)






¿Cómo consigue un animal llegar a altas cotas de inteligencia? ¿Es un proceso natural que se rige por un proceso evolutivo según las reglas darwinianas? ¿Intervienen factores extraterrestres y de qué tipo? ¿Lo pueden conseguir muchos tipos de animales o solo unos pocos o uno solo? ¿Es determinante el medio ambiente al que está adaptado el animal? Son preguntas que trataré de contestar aunque las respuestas no siempre son fáciles.

En nuestro planeta existe una gran variedad de animales pertenecientes a tipos de organización muy diferentes; unos parten de simetría radiada como los pólipos y medusas y  la mayoría parten de simetría bilateral como los diferentes gusanos, los moluscos, los artrópodos, los equinodermos y los cordados - en donde se encuentran los vertebrados - , entre otros tipos menos abundantes. Pero los grados de inteligencia de todos estos animales son muy distintos. Si entendemos la inteligencia como una facultad del animal que le proporciona una ventaja adaptativa y una mayor capacidad de supervivencia, los animales tenderán a desarrollarla dentro de sus posibilidades constitutivas y según el tipo de medio ambiente en donde vivan. Un animal inteligente es capaz de dominar mejor su entorno, adaptarse mejor a él y tiene más probabilidades de sobrevivir, reproducirse y expansionarse. Tal y como observamos en la tierra, el grado máximo de inteligencia parece ser la inteligencia creativa con un determinado nivel de consciencia que se alcanza de forma clara en la especie humana, aunque en otros animales como delfines, chimpancés, elefantes… puedan existir aproximaciones mayores o menores a la nuestra.

Lo primero que tiene que poseer un animal para ser inteligente es un sistema nervioso con cierto grado de desarrollo. Y este sistema nervioso debe tener una parte fundamental: Una concentración neuronal en una determinada zona corporal a modo de cerebro. En los animales de simetría radiada no existe tal cerebro ya que su organización corporal no lo precisa y su modo de vida tampoco. Son animales acuáticos, no muy complejos como los pólipos y medusas y los erizos y estrellas de mar. Es en los animales de simetría bilateral los cuales si se desplazan (que es lo más frecuente) desarrollan un proceso de cefalización en la parte delantera según el desplazamiento para hacer frente a las novedades ambientales que se van encontrando al trasladarse. En esta cabeza se concentran receptores sensoriales importantes y un gran acúmulo de neuronas de su sistema nervioso, concentradas en un cerebro más o menos organizado. Estas neuronas serán informadas por los sensores cefálicos de los estímulos ambientales y establecerán conexiones sinápticas y circuitos neuronales en consecuencia, de manera que la cantidad de conexiones y circuitos interneuronales será directamente proporcional a la información que el animal sea capaz de registrar. Un factor importante en la proliferación y desarrollo de circuitos neuronales y del cerebro, será el medio ambiente en donde viva el animal ya que la información a procesar puede ser diferente: No es lo mismo el medio acuático con sus variedades como un océano, un lago, un río… que el medio aéreo con sus variantes como la selva, la pradera, la montaña… Además, el modo de vida del animal también influirá en su desarrollo cerebral: corredor, arborícola, volador, depredador, presa… Otro aspecto a tener en cuenta que puede resultar determinante es la capacidad de crecimiento del cerebro, es decir el espacio que tenga en el organismo animal para que pueda aumentar el número de neuronas y los circuitos cerebrales. Por eso los animales “cabezones” tendrán más probabilidades de ser inteligentes, De hecho  animales que tienen grandes cabezas como los pulpos, elefantes, delfines y humanos lo son en mayor o menor grado. Pero una gran cabeza que permita albergar un cerebro grande no siempre induce a un alto desarrollo intelectual.

Otros factores refuerzan también el desarrollo intelectual. Por ejemplo:
Una visión muy desarrollada como la de los pulpos, muchas aves y humanos. Extremidades manipuladoras y más o menos articuladas como manos (si tienen dedos prensiles y oponibles, mejor) que pueden ir asociadas a un bipedismo como en el caso de los humanos aunque no tienen por qué. Este tipo de extremidades facultan la manipulación de objetos del entorno y pueden dar lugar al desarrollo de una tecnología más o menos elaborada, como ha sucedido en la especie humana. Una socialización del animal puede estimular el desarrollo intelectual pues se aumentan los estímulos ambientales y de información al fomentarse la comunicación entre los miembros de la sociedad, creándose determinados lenguajes e interrelaciones entre los individuos. La socialización favorece el aprendizaje y la cultura. En el caso de ciertos mamíferos como los humanos, este aprendizaje se ha potenciado enormemente por la necesidad de cuidados de las crías por parte de la madre, debido su indefensión al nacer y la existencia de núcleos familiares y de clan. Además el desarrollo cefálico en el bebé se completa después del parto, es decir, la capacidad craneal y cerebral puede completar su crecimiento en los primeros meses del recién nacido, el cual está protegido por la madre y a la vez comienza su periodo de aprendizaje. Otro factor estimulante puede ser una alimentación omnívora que proporciona una mayor variedad y riqueza de nutrientes para el organismo. Y por último un lenguaje complejo y bien estructurado basado en la audición, como el que tiene la especie humana, ya que permite una comunicación a distancia, aunque también existen otros medios de comunicación a distancia como los ultrasonidos de delfines y murciélagos.
Pues bien, todos estos factores favorables han convergido en los humanos; de ahí su gran capacidad mental.


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