18 de diciembre de 2007

Otras realidades


1.- Según la física cuántica, las partículas subatómicas se comportan a la vez como onda y partícula: son quanta; un quantum es una onda/partícula. Si nosotros observamos una de esas partículas, por ejemplo, un electrón, este se manifiesta como partícula material; si no lo miramos, se comporta como onda. Extrapolando, el universo no observado por nosotros es una maraña de ondas energéticas; cuando observamos algo de este universo, este algo se transforma en partículas materiales que ocupan un espacio-tiempo. La energía se transforma en materia. El ser en estar. Nosotros, como seres materiales que somos, vemos la materia del universo pero no su energía; vemos las partículas pero no las ondas. Por lo tanto, en el universo existen más cosas que las que podemos percibir nosotros, limitados seres materiales y espacio-temporales, adaptados a unas condiciones medioambientales. Únicamente nuestro cerebro, con sus poderes mentales puede atisbar la realidad oculta mediante métodos indirectos de carácter científico, lógico, matemático…
2.- Albert Einstein nos enseñó como el espacio y el tiempo están interconectados en un continuo espacio-tiempo universal. El también físico David Bohm dio un paso más: Todo la materia-energía del universo es un continuo aunque haya cosas distintas aparentemente separadas entre sí. El universo es como un tejido en continuo movimiento. Todo está interconectado entre si, generalmente de forma imperceptible para nosotros. Esta idea explica fenómenos descubiertos por la física cuántica que no se entienden, como los estados enlazados de dos partículas subatómicas distantes entre si; cunado una cambia, la otra lo hace de igual modo de forma instantánea; esta comunicación instantánea (a mayor velocidad que la de la luz) solo se entiende si ambas partículas forman parte de una misma cosa, un mismo tejido cósmico que responde instantáneamente a un cambio. Los humanos, como otros entes materiales del universo, como estamos inmersos en este continuo cósmico, y formamos parte de el, no percibimos la globalidad. 


17 de diciembre de 2007

Biología total



Es conocida la conexión entre el sistema nervioso y el sistema inmunológico en la especie humana.
Cuando las personas están sometidas a una vida estresante y agotadora, el sistema nervioso, de alguna manera se ve desbordado, y el organismo en general y nuestras defensas en particular (sistema inmunitario), se debilitan. Somos más propensos a las enfermedades infecciosas y también a otro tipo de enfermedades como los tumores, que pueden desembocar en cáncer. No hay que olvidar que, cuando aparecen células tumorales, es el sistema inmunológico el que primero que se pone en acción: Reconoce a estas células como células extrañas al organismo y trata de suprimirlas, combatiendo contra ellas con todo el arsenal propio de el: linfocitos, macrófagos, anticuerpos, citocinas, etc... Se entabla una batalla y si nuestras defensas salen victoriosas, el tumor no se extiende y puede desaparecer. Si nó, aparecen las metástasis por todo el organismo y el cáncer.
Pues bien, el organismo humano, como el de otros animales, en condiciones de stress, puede reaccionar a estas situaciones que lo agreden, no solo debilitando su sistema inmunológico sino propiciando determinadas enfermedades (consecuencia de lo anterior), entre ellas diversos tipos se cáncer, según los casos, que tratan de obligar al animal o persona a frenar su ritmo de vida para volver a situaciones más favorables. Es una cuestión de supervivencia:
Si la persona lleva una vida demasiado agitada e inapropiada para la supervivencia de su organismo, la enfermedad le obliga a frenar ese tren de vida, insoportable para él.



4 de diciembre de 2007

¿Por qué no existen insectos gigantes?



Los monstruosos insectos gigantes de las películas de ciencia ficcción, por ejemplo "La humanidad en peligro", son biológicamente imposibles; son verdaderos disparates científicos. Veamos por qué:

Los insectos más grandes que han poblado nuestro planeta vivieron hace unos 300 millones de años, en la segunda mitad de la era paleozoica. Fué una época de prosperidad para las plantas que se hicieron grandes y abundantes. Pronto los exuberantes bosques se poblaron de animales , como enormes insectos primitivos, por ejemplo cucarachas y libélulas gigantes; estas últimas podían medir 75 cm de extremo a extremo de sus alas.

Parece ser, que en aquellos tiempos, el contenido de oxígeno del aire era del 35%, en lugar de el 21% que existe en el aire actual. Esta mayor concentración de oxígeno pudo haber permitido a los insectos crecer hasta estos grandes tamaños.

Hay que tener en cuenta que los insectos han desarrollado un sistema de intercambio de gases de tripo traqueal: Una red de tubos quitinosos, derivados de su epidermis que se ramifica por todo el cuerpo y que lleva el oxígeno del aire a todas las células del cuerpo y recoge el dióxido de carbono de estas, expulsándolo al exterior. Este sistema respiratorio no permite grandes tamaños pues su extensión por un cuerpo muy voluminoso llegaría a obstaculizar el desarrollo de otros órganos, al tener que ramificarse demasiado. Estos tubos contactan con el aire externo a través de una serie de orificios situados en el cuerpo del animal, llamados espiráculos. Las traqueas mayores son precisamente las que se abren al exterior mediante estos orificios y no pueden sobrepasar un tamaño crítico, como se ha demostrado experimentalmente. Si la concentración de oxígeno fue mayor en la era paleozoica, el insecto necesitaría cantidades más pequeñas de aire para cubrir sus demandas de oxígeno; así, el diametro traqueal podría ser mas estrecho y todavía suministrar suficiente oxígeno a un insecto mucho más grande.
De todas formas, aunque aumentase más el porcentaje de oxígeno en la atmósfera, el sistema respiratorio traqueal de los insectos no permitiría tamaños muy grandes, más allá del metro.

Además hay otras razones en la organización estructural del cuerpo del insecto que limitan su tamaño:

Los insectos están cubiertos por un exoesqueleto quitinoso, un caparazón articulado que les permite moverse y les protege del medio terrestre y entre otras funciones evita la pérdida de agua del animal (problema que tienen que solucionar todos los animales y vegetales que han conquistado el medio aéreo). Este caparazón, con su peso, contribuye en limitar el tamaño del insecto; pero sobre todo, este exoesqueleto impide un crecimiento continuo. Por eso los insectos se desembarazan de el periódicamente cuando crecen; entonces se dice que mudan. Estos periodos de muda hacen al animal muy vulnerable (peligro de desecación y pasto de depredadores); el insecto se protege y se oculta en estas fases. Un gran tamaño prolongaría la duración de las mudas, así como su frecuencia, con los peligros que ambas cosas supondrían para el animal.

Actualmente, los insectos más grandes, pertenecen al orden de los Coleópteros (escarabajos):

- Megasoma acteon. El macho de este escarabajo sudamericano es uno de los más voluminosos del abundante orden de los escarabajos, y a menudo es considerado el mayor del mundo. Los machos pueden llegar a medir 7,6 cms de largo, por 5,1 cms de ancho y 2,5 cm de grosor.
-Titanus giganteus. El extremadamente raro escarabajo sudamericano de cuerno largo alcanza de extremo a extremo longitudes superiores a los 15 centímetros Se ha encontrado un espécimen de Titanus que midió 22,8 cms.
- Pharnacia kirbyi o Pharnacia serritypes. La hembra de esta especie de insecto palo (no es un escarabajo), natural de Borneo, puede superar los 35,5 centímetros de largo.