11 de abril de 2008

El magnetismo terrestre



El hecho de que la Tierra presente un núcleo metálico compuesto en un 95% de hierro, ha provocado que este planeta tenga un potente campo magnético; nuestro planeta es el único planeta interior que presenta un campo magnético de consideración, equivalente al de los planetas exteriores; esto se debe a tres factores: 1.- un núcleo interno sólido de hierro metálico, conductor de la electricidad. 2.- una fuente importante de calor interno (el calor de formación terrestre), que fluidifica el hierro en el núcleo 3.- una rotación terrestre relativamente rápida que hace que los remolinos convectivos tengan el mismo sentido.
Este campo magnético ha sufrido variaciones en su intensidad a lo largo de la historia de la Tierra: su máximo se alcanzó entre los 2.700 y 2.500 m.a. y se ha comprobado que las grandes variaciones en la intensidad coinciden con el tránsito entre grandes etapas terrestres (arcaico – proterozoico: 2.500 ma. Y proterozoico – fanerozoico: 600 ma.). Se ha intentado buscar una relación entre estas variaciones del campo magnético y la actividad geológica en la corteza terrestre que determina en gran medida la separación de los grandes periodos de tiempo (eones, eras) en que dividimos la historia de nuestro planeta; parece ser que cambios más o menos bruscos en la cantidad de energía calorífica del interior terrestre (la tierra tiende a enfriarse) alterarían las corrientes convectivas del núcleo externo y a su vez éstas, modificarían las corrientes de materiales del manto, cuya convección mueve las placas litosféricas y provocarían periodos de mayor o menor intensidad en la geología de la tectónica de placas.
De todas formas, este potente campo magnético terrestre, no solamente es el motor indirecto del dinamismo de la litosfera terrestre y provoca los procesos geológicos internos de la tectónica de placas, que determinan la evolución de los seres vivos sino que también crea alrededor de la Tierra, un escudo magnético, la magnetosfera, que a modo de paraguas magnético, desvía partículas solares y cósmicas cargadas que podrían erosionar la atmósfera terrestre y quizás dañar a los seres vivos.