27 de septiembre de 2013

Evolución espiritual






Al abordar el tema de la evolución, lo primero que se nos viene a la cabeza es la evolución biológica, de los seres vivos, cuyas reglas principales las estableció Charles Darwin en el siglo XIX. 

También se puede aplicar este término a todo cambio que acontece en el universo espacio-temporal en el que estamos inmersos desde que se formó a partir de la gran explosión o big-bang. Según esta perspectiva, este proceso evolutivo, de cambio, afecta a todo lo que existe en nuestro universo en proceso de transformación.

Pero si consideramos que el ser humano tiene un componente no material, lo que denominamos espíritu, alma... de naturaleza energética, por así decirlo, de una energía misteriosa pero existencial, este espíritu también está sujeto a una evolución. 

¿Cómo es esta evolución? Si nos atenemos a enseñanzas ancestrales y sagradas de culturas antiguas y enseñanzas más o menos esotéricas occidentales u orientales, que se pueden encuadrar dentro de la metafísica, podemos considerar lo siguiente:

Cada persona dispone de un espíritu o alma, estructurada en varios niveles de yo no material. Este yo se puede conectar con todo el universo y procede de un ser que ha creado el cosmos (conjunto de universos) y al que le podemos llamar Dios y que se despliega y diversifica en todo lo que existe. Estas almas personales, reflejo holográfico de Dios, pasan a lo largo de su existencia por una serie de etapas evolutivas, de transformación, de perfeccionamiento hasta que logran unirse de nuevo a su creador. 

Para tal fin los seres de los universos del cosmos, por ejemplo el nuestro, están estructurados en una serie de 7 densidades y cada alma debe pasar por cada una de esas 7 densidades en su evolución. Esto lo hace, desde el punto de vista temporal nuestro, con diversos grados de rapidez , dependiendo de la eficacia con que va acumulando experiencias durante su aprendizaje en las diferentes densidades. Se pueden contemplar reencarnaciones de dichas almas en diferentes estructuras materiales o energéticas para un mejor aprendizaje. 

Hay que tener en cuenta que las tres primeras densidades tienen un componente material muy fuerte. Nosotros nos encontramos en la tercera densidad. En la cuarta el componente energético predomina y el componente material desaparece a partir de la quinta. 

En cada densidad se pueden establecer diferentes dimensiones que corresponden a universos paralelos de posibilidades de acción y elección por parte de las personas, por ejemplo. 

Como explica David Topí, en el vídeo que después enlazo, se puede poner el siguiente ejemplo:

Podemos considerar las densidades como siete niveles de enseñanza en un colegio. Cada nivel se imparte en uno de los siete pisos del colegio. Pero cada piso tiene varias aulas en las que hay varios grupos de alumnos, que corresponderían a las dimensiones de cada densidad.

Para detallar algo más lo escrito enlazo un texto y a continuación un vídeo, ambos del metafísico David Topí:




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